Cuando en la puerta del cole conté que estaba horneando un bizcocho con calabacín, manzana y trozos de chocolate, hubo más de un padre y una madre que me miraron como si acabara de confesar que desayuno sopa fría en enero.
Cuando en la puerta del cole conté que estaba horneando un bizcocho con calabacín, manzana y trozos de chocolate, hubo más de un padre y una madre que me miraron como si acabara de confesar que desayuno sopa fría en enero.
Si alguna vez has tenido que dejar el gluten —por celiaquía, intolerancia o decisión propia— sabrás que hay dos cosas especialmente difíciles de sustituir: el pan… y la pasta.
Tengo debilidad por las recetas versátiles, no puedo evitarlo. Porque no siempre tenemos la nevera o la despensa llenas, no siempre tenemos tiempo para cocinar recetas con muchos pasos o que requieran mucha dedicación y tampoco siempre tenemos ganas de estar en la cocina, de pie, preparando algo. Y cuando eso pasa, es un gustazo tener a mano una receta sencilla, rápida y que se adapta a los ingredientes que ya tienes en casa.
Ahora que estamos encadenando varios días de lluvia y el ambiente se ha vuelto más fresco… ¿inauguramos oficialmente la temporada de sopas y cremas calientes?
No te voy a mentir… he perdido la cuenta de las recetas dulces que he cocinado, ideado o probado y en todo este tiempo, mi favorita sin lugar a dudas sigue siendo la de Brownie.
Hay recetas que no necesitan presentación. Pero a mí me gusta dársela igualmente… sobre todo si me permiten versionarlas a mi manera.
El hummus tradicional es de esas preparaciones que llevo años haciendo en casa, en todas sus formas: al estilo tradicional, con remolacha… Y aunque la base siempre es la misma —legumbres, tahini y limón—, hay algo mágico en transformar un plato de toda la vida en algo distinto, sin que pierda su esencia.
Hay recetas que no necesitan presentación… pero merecen una historia. Y esta empieza, como muchas de las mejores cosas, con unos plátanos demasiado maduros y una tarde cualquiera en la que el cuerpo pide dulce, pero no azúcar por azúcar, sino algo con mimo, con sustancia… que siente bien y no sea una bomba para el estómago.